La esperada presentación de la agrupación británica en palabras de La Cantina de los 90 y Ritoque FM.

7 de octubre de 2022, Santiago de Chile

Para las personas que hacemos de la música una parte esencial de nuestra vida, siempre hay algunas agrupaciones que se transforman en favoritas, a las cuales les tenemos un cariño enorme porque fueron un amigo fiel en situaciones increíbles, decepcionantes, nos recuerdan a personas, lugares o porque simplemente nos acompañaron mientras realizábamos alguna actividad. Entonces cuando llega el momento de ver a estas bandas en directo después de una espera demasiado larga, la emoción es indescriptible. Para muchos, eso fue lo que se vivió ayer adentro del Parque Ohiggins

En un mundo con una actualidad repleta de conciertos, cada vez se hacen más escasas las agrupaciones que nos faltan por ver en vivo y Porcupine Tree vino a saldar su deuda de 31 años desde la aparición de su primer disco “On the Sunday of life…”

Muchos se preguntan por qué la banda no se presentó en más ciudades de la región, y la razón no es tan al azar como algunos piensan. La elección de Santiago de Chile como plaza para realizar el único concierto de Porcupine Tree en Sudamérica, se funda tras la fuerte relación de Steven Wilson con nuestro país que data desde el año 2012, momento que fue un punto de partida para una seguidilla de conciertos en solitario y de convocatorias cada vez mayores al paso de los años. No olvidemos también que grabó el video de Nowhere Now en el norte de nuestro país. Y no es solo Steven Wilson. El mismísimo Gavin Harrison, que ya había estado con King Crimson en el recinto santiaguino que albergaría la presentación de la banda oriunda de UK, en una entrevista no dudó en señalar que Chile era la capital mundial del progresivo por estadísticas.



La apertura de puertas estaba prevista a las 18 horas, pero hubo un retraso de 60 minutos, mientras se hacían cada vez más notorias las extensas filas compuestas por gente llegando desde los más variados lugares. A las 19:30 horas en punto, los nacionales de Spiral Vortex comenzaron su show, donde en 40 minutos, desplegaron un abanico de canciones que tuvieron muy buena recepción por parte del público que de a poco comenzaba a llenar el lugar.

El correr de los minutos se hacía cada vez más lento, mientras la paciencia, emoción y expectación tenían su pelea interna en cada uno de los presentes. Un sonido de sintetizador constante, intensas luces azules, ingresa la banda y la ceremonia comienza con Blackest Eyes, una de las canciones clásicas, más potentes de la banda y que abre el álbum In Absentia (2002), el cual tendría bastante presencia en el set list, de hecho, se podía ver claramente como en cancha, un mar de gente saltaba y cantaba como si se tratara de un recital de rock pesado. Simplemente, el Movistar Arena parecía venirse abajo. Espectacular comienzo que dio paso aHarridan, primer tema en aparecer del disco que trajo nuevamente a la palestra a la banda inglesa, Closure/Continuation. Siguiendo con el nuevo LP, Of the new day, puso sobre el escenario el sello de la banda de Steven Wilson: temas lentos, intensos, nostálgicos y muchas veces desgarradores. Rats Return fue muy aplaudida y como era de esperar, aparecieron grandes pifias cuando Steven Wilson nombra a Pinochet en la parte final de la letra.

Para los fanáticos que empezaron a escuchar Porcupine Tree desde sus inicios, Even Less, tema que da la partida al tremendo Stupid Dream (1999), surge para dar un guiño a la etapa de Chris Maitland en batería. Primera pata de un trio de composiciones muy conmovedoras. Drown with me fue una de las canciones que causó mucha emoción e hizo derramar varias lágrimas a algunos asistentes, al igual que la gran Dignity, del aclamado último trabajo de la agrupación. Antes de comenzar The sound of Muzak, Steven Wilson sugiere reconocimiento por escribir esta canción hace más de 20 años y prever como sería el panorama y funcionamiento actual de la industria musical. Llegó el momento del inmenso Lightbulb Sun (2000) con Last chance to evacuate planet earth before it is recycled. Pocos minutos después, la grandilocuente Chimera’s Wreck, da por finalizado el primer tramo.

Al comenzar un break de 20 minutos, emergen los comentarios y análisis de los asistentes, en donde, resulta inevitable sentirse afortunados en ser parte de un espectáculo con un juego de luces descomunal, que en conjunto con las imágenes, hacen que las canciones se eleven a otro nivel. Todo esto adjunto a la calidad interpretativa fuera de serie que presenta la banda. La absoluta maestría de Gavin Harrison tras los tambores y el nivel superlativo de Richard Barbieri para producir la sonoridad precisa, es el contenido principal de estas conversaciones.

Vuelta del receso y Fear of a blank planet hace que se desate la locura en el público, prácticamente lo mismo que se generó en el comienzo del show. Así la función continúa con Buying new soul y Walk the plank, la canción con tintes diferentes en relación a los otros temas que conforman el último disco. Minutos después, aparecen las gemas Sentimental y Herd Culling (que da por concluida la presentación de canciones del último trabajo), que fueron la antesala a unas palabras de Steven Wilson, en donde señala que: se viene una canción muy extensa y con bastante heavy metal. Apreciaciones que sirvieron de introducción para los 17 minutos y 42 segundos de Anesthetize, en donde la entrega del público fue absolutamente total. Ahora se abre paso I drive the hearse del disco The Incident (2009), en donde se pudo vivir un momento muy emotivo cuando la gente espontáneamente decidió encender las linternas de sus teléfonos celulares. Sleep Together, que ya había sido interpretada por Steven Wilson en el país en sus shows anteriores, al igual que The sound of muzak y Trains, dieron por finalizada la segunda parte del espectáculo.

Para el encore, el talento de Richard Barbieri y Steven Wilson se hacen notar en Collapse the light into earth del disco In Absentia (2002), en donde nuevamente las luces de los teléfonos celulares cobraron protagonismo. Halo del asombroso Deadwing (2005), resulta una gran antesala del final, que fue producto de una canción que el propio Steven Wilson tildó como el tema más cercano a un hit radial, Trains.

Por un lado, es cierto que muchos fans extrañaron algunas canciones que incluso son clásicos de la banda o no estuvieron muy de acuerdo con el asunto de guardar el teléfono celular y disfrutar del evento como se hacía antiguamente, pero es mejor quedarnos con las cosas buenas de una función que permanecerá en la retina por años. Y es que el comportamiento del público fue ejemplar. Aparte del retraso en el ingreso, todo funcionó perfectamente, incluso cuando algunas personas se desmayaron en cancha producto del tumulto, fueron socorridas de manera oportuna.

Últimamente, es imposible no pensar de forma reiterada que tuvimos la enorme fortuna de estar presenciando un show deslumbrante, que nos atacó los sentidos constantemente como se le dio la gana. Esto se engrandece con las palabras de Steven Wilson, que piensa que cometió un tremendo error en no venir anteriormente a este territorio con Porcupine Tree , cosa que realmente sentía mucho. Prueba de ello, es que debe ser uno de los shows con más asistentes en la historia de la agrupación y sobre todo, por la cara de éxtasis de los integrantes de la banda al dejar el escenario, luego de intensas 21 canciones en 3 horas de cátedra musical.

Cuando juntas a un fuera de serie en el ítem atmósferas como Richard Barbieri, a uno de los mejores bateristas de la historia como Gavin Harrison, la contribución al show de la nueva savia que quiere comerse el mundo como lo son Nate Navarro y Randy Mcstine, más uno de los genios musicales de nuestra época como lo es Steven Wilson, obtienes un concierto que para muchos ni si quiera puede ser el mejor del año, sino que puede ser perfectamente considerado el mejor show que vayan a ver alguna vez en la vida.

Revisa constantemente el contenido de LA CANTINA DE LOS 90 en su sitio https://www.facebook.com/lacantinadelos90/